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La tortuga carey, una viajera emblemática de las aguas del Pacífico
Durante los últimos seis años, científicos de distintas organizaciones, entre ellas WWF Colombia, han llegado al Parque Nacional Coiba, en Panamá, con el fin de monitorear y determinar el grado de presencia y abundancia de esta especie. Aquí algunos resultados de la expedición más reciente a esta área marina protegida.
En noviembre de 2020, en medio de dos tormentas tropicales y dificultades logísticas por la pandemia mundial por el Covid-19, un grupo de científicos de varios países y organizaciones llegó al Parque Nacional Coiba, en Panamá, para investigar y evaluar el estado de conservación de la población de la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) en esta Área Marina Protegida (AMP).
Allí lograron capturar y marcar 106 individuos, levantar información sobre su tamaño y peso, y tomar muestras de tejido para la realización de análisis de salud, crecimiento y genética. Los resultados obtenidos, sumados a los de los procesos de investigación realizados durante seis años anteriores con el Programa de Monitoreo de la Presencia y Abundancia de la Tortuga Carey, hoy empiezan a revelar una fotografía sobre rutas migratorias y lugares de anidación de esta especie emblemática.
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“A lo largo de estos años de monitoreo en áreas de alimentación, se han logrado capturar un total de 520 individuos de tortuga carey (entre juveniles, subadultos, y adultos maduros). Además, ha habido 369 recapturas que han permitido evaluar las tasas de crecimiento de la especie en Coiba, y se han instalado ocho transmisores satelitales para entender el comportamiento y seguir los movimientos migratorios entre sitios de forrajeo y zonas de anidación”, menciona Diego Amorocho, investigador asociado al proyecto.
Ese seguimiento satelital del Programa de Monitoreo en áreas de forrajeo —así como el que se ha desprendido de otros proyectos de conservación similares en playas donde anida esta especie—, ha permitido establecer dos conexiones migratorias desde el continente hacia el PN Coiba: una desde la Península de Azuero (Panamá) y otra desde la Península de Osa (Costa Rica).
Estas conexiones se suman a las que se han establecido previamente, por ejemplo, entre el Parque Nacional Natural Gorgona, en Colombia, y el Archipiélago de Las Perlas, en Panamá; un hecho que no solo ha servido para ampliar la visión sobre la distribución regional de la especie, sino para considerar la posibilidad de que las carey puedan tener corredores marinos entre ambos países.
“Muestreamos una tortuga en Gorgona, la marcamos, le hicimos los procedimientos de limpieza y la liberamos. Casi cuatro meses después apareció en Las Perlas, siendo el primer registro de una migración tan extensa para esta especie”, anota Diego Amorocho, mientras Rodrigo Donadi, consultor de WWF en Panamá e investigador principal del programa, añade que “estamos armando un rompecabezas, trazando las líneas entre distintos sitios a los que llegan las tortugas. Aún no sabemos, por ejemplo, si podría haber una migración entre Coiba y Gorgona”.
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Los descubrimientos sobre las conexiones establecidas por estas tortugas no son poca cosa: son información crítica para establecer estrategias para su manejo, conservación y protección global. De hecho, ya se ha podido observar que los esfuerzos de conservación de las grandes extensiones de arrecifes coralinos del Parque Nacional Coiba —las más grandes de todo el Pacifico Oriental— han sido efectivos para garantizar un sitio de forrajeo para esta y otras especies de tortuga marina como la verde (Chelonia mydas).
Pero, ¿cuáles han sido esos esfuerzos de conservación? Donadi cuenta que “la protección que se le ha brindado a este ecosistema, primero como colonia penal (una cárcel de máxima seguridad que impedía el acercamiento de embarcaciones, inclusive las de pesca), y luego como Parque Nacional, Zona Marina Protegida y Patrimonio de la UNESCO, ha permitido que los corales de la zona se mantengan en excelente estado en comparación con lo de otros lugares, sobre todo si se tiene en cuenta que allí nunca se ha desarrollado la pesca industrial, que en gran medida deteriora ecosistemas delicados y vulnerables”.
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El caso de las altas densidades de tortuga carey en Coiba (las más altas del Pacífico Oriental) aporta evidencias indiscutibles sobre la relevancia de las AMP como herramientas clave de conservación. “Este trabajo de investigación ha establecido de manera certera que Coiba representa un lugar de suma importancia para la supervivencia y recuperación de las poblaciones de tortuga carey en toda la región del Pacifico Oriental”, asegura Jose Julio Casas, director de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente de Panamá, y añade que el proyecto hace un esfuerzo conjunto con socios locales para extender la protección hacia los sitios de anidación y, con eso, garantizar la permanencia de las carey a futuro.
Por otro lado, es importante mencionar que el buen estado de los arrecifes coralinos de Coiba no solo se debe a la falta de intervención humana en la zona, sino también a la presencia de las protagonistas de esta historia, quienes se alimentan de las esponjas marinas y mantienen el equilibrio de estos frágiles como productivos ecosistemas.
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Sin estas tortugas, las esponjas cubrirían los corales y acabarían con la vida que está por debajo de ellos. Aún así, la carey está catalogada en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) por amenazas como la explotación comercial para realizar artesanías con su caparazón, el saqueo de nidos, la pérdida de hábitat y el cambio climático.
WWF Colombia y el monitoreo de la tortuga carey
Desde 2019, el Programa de Monitoreo de la Presencia y Abundancia de la Tortuga Carey es implementado y ejecutado por WWF Colombia en estrecha colaboración con otras entidades clave de Panamá y la región, y con el financiamiento de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de Panamá (SENACYT), a través de un grant de su programa de Investigación y Desarrollo (I+D).
Actualmente, el Programa tiene el propósito de continuar monitoreando poblaciones de tortuga carey en áreas de alimentación y desarrollo del Parque Nacional Coiba e identificando las playas de anidación de donde provienen, así como las rutas por las que migran las tortugas.
A futuro, buscará integrar a otras islas del Pacífico, tanto en Panamá, como en Costa Rica y Colombia, para conocer mejor la conectividad de la especie entre países de la región y fortalecer la coordinación de esfuerzos de conservación. Adicionalmente, este trabajo se complementará con la participación y formación de estudiantes de postgrado y poblaciones locales para seguir avanzado en la investigación para el manejo responsable y sostenible de esta especie en todo el Pacífico Oriental.
Desde la creación del proyecto en 2014, se han realizado 12 expediciones o campañas hacia Coiba hasta la fecha (con la siguiente programada par el primer semestre de 2021) gracias a una alianza entre organizaciones como la Dirección de Costas y Mares (DICOMAR) del Ministerio de Ambiente de Panamá, el Programa de Ecología y Evaluación de Tortugas Marinas del Pacifico Oriental, de la Agencia Nacional Atmosférica y Oceánica de los Estados Unidos (NOAA).
También, ha tenido colaboradores de ONG como el Centro de Investigación para el Manejo Ambiental y Desarrollo (CIMAD), en Colombia, y el Campamento Tortuguero EcoMayto, en el Pacífico mexicano. Todas ellas, parte de la Iniciativa Carey del Pacífico Oriental (ICAPO), una red que une y coordina esfuerzos de organizaciones e individuos preocupados por la conservación de la especie en la región.

© Ana Lorena Rodríguez
Algunas amenazas que enfrentan las tortugas carey son la explotación comercial para realizar artesanías con su caparazón, el saqueo de nidos, la pérdida de hábitat y el cambio climático.

© Ana Lorena Rodríguez
El caso de las altas densidades de tortuga carey en Coiba aporta evidencias indiscutibles sobre la relevancia de las Áreas Marinas Protegidas como herramientas clave de conservación.