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Challuwa Mikuna, gastronomía tradicional amazónica no depredadora
La organización Challua Mikuna es la muestra perfecta de cómo al empoderar a las mujeres y las comunidades amazónicas se puede impulsar una economía sostenible, que viva en medio del respeto y armonía entre humanos y naturaleza.
Esta iniciativa es parte de los seis emprendimientos indígenas que vienen siendo fortalecidos a través del proyecto Amazonía Indígena: Derechos y Recursos (AIRR). Esta iniciativa, liderada por WWF e implementada de forma conjunta por NESsT y Confeniae, con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) busca mejorar la participación de los pueblos indígenas en el desarrollo económico sostenible de la Amazonía. Así, se pretende escalar emprendimientos indígenas a mercados locales, nacionales y globales con el fin de expandir las oportunidades de la bio-economía mediante el uso sostenible de productos forestales, los recursos genéticos únicos y la gestión de la pesca y acuicultura.

Hace más de 12 años un grupo de mujeres amazónicas se organizó de manera informal bajo el nombre de Challuwa Mikuna para traer el sustento a sus familias. Llevaron de sus comunidades a las veredas del Coca carne de mono, guanta, armadillo, tortuga y todo un menú de carne de vida silvestre para ofrecer al paladar de los transeúntes. Pronto se dieron cuenta que la forma de vida comunitaria no era la misma en la ciudad. Las tradiciones alimentarias que se realizan para el auto-sustento de las comunidades no podían ser sostenibles para su explotación comercial en la ciudad.
Poco despúes, el Ministerio del Ambiente del Ecuador decretó que esta práctica alentaba el tráfico de vida silvestre a través de la gastronomía y empezaron a implementar sanciones a nivel nacional. A modo de revertir esta situación, el Ministerio de Turismo empezó a capacitar a las mujeres sobre las leyes que amparan la conservación de vida silvestre, la explotación y el comercio ilegal. Después ellas fueron invitadas a ser parte de un proyecto de cooperación del PNUD con alternativas económicas que les permitieron dejar de comercializar carne de vida silvestre. “Firmamos un convenio, una carta de compromiso donde accedimos a dejar de comercializar [carne silvestre] en los platos y en compensación, en un inicio, el proyecto incluyó proporcionarnos un carro ambulante, sin embargo, Alicia y Rocío discutieron esta propuesta y nos otorgaron los fondos para la construcción de un restaurante. El primer restaurante gastronómico gourmet de nacionalidad quichua”, cuenta Evelyn, hija de Alicia Illanez quien junto a Rocío Alvarado estuvieron orientando la organización de mujeres Challuwa Mikuna desde sus inicios.

Así nació Maitos del Yasuní, restaurante ubicado a las orillas de la ciudad del Coca, donde se unen los dos ríos que abrazan la ciudad. Construido sobre la base de una choza tradicional, con un techo tejido y una cocina abierta busca ofrecer a sus clientes una experiencia basada en las tradiciones culinarias de la gastronomía ancestral amazónica. “En el inicio no teníamos una visión, solo era vender por vender, por sacar el sustento. Por eso vendíamos todo tipo de animales, prácticamente éramos depredadores nosotros de la vida silvestre” cuenta Adrián, hijo de Alicia. “Mi mamá tuvo la idea de reemplazar este tipo de carnes por otras alternativas gastronómicas para que no se vaya perdiendo la cultura kichwa. Así comenzó. Mi abuela le heredó la cocina a mi mamá, mi mamá me la heredó a mí. Siempre me ha gustado cocinar, desde los ocho años estaba yo ahí, ayudando”.
Esta transmisión de conocimientos culinarios sigue siendo una de las preocupaciones de la organización, por lo que realiza capacitaciones sobre seguridad alimentaria en las comunidades para ofrecer opciones de recetas con los productos tradicionales de las chakras. Adrián explica que hay muchos casos de desequilibrio nutricional en las comunidades “por ejemplo de la yuca, las comunidades por lo general hacen chicha, pero puedes hacer otro tipo de cosas. Puedes hacer coladas, por ejemplo, que es más nutritivo”.
En el restaurante, la estrategia fue ofrecer platos tradicionales pero adaptados a la vida urbana moderna. El cacao blanco o patasmuyo y la chonta fueron algunos de los ingredientes elegidos para la preparación de nuevas propuestas. “La gastronomía siempre tiene que estar a la vanguardia de lo que exige el mercado. Teníamos que mejorar”, afirma Evelyn. Cada ingrediente en las manos de los que hacen Maitos del Yasuní encuentra infinitas posibilidades de transformación. El cacao blanco por ejemplo lo venden tostado o caramelizado, con él también preparan una crema a la manera de sopa o de salsa para acompañar, también es uno de los ingredientes base para la “uchumanga” plato ícono de la provincia de Orellana hecho a base de pescado, gallina, palmito, hongos, y sacha culantro o culantro silvestre. “Hemos estado en canales de comunicación a nivel nacional como Teleamazonas, TC, GamaTV, hemos participado de ferias nacionales, hemos sido parte de festivales regionales de gastronomía amazónica donde invitamos a los hermanos de Zamora, Sucumbíos, Napo, Pastaza y se ha podido dar a conocer a la gente lo que ocultamos todavía las comunidades y los pueblos y nacionalidades. Esto nos ha permitido, también, que nuestra gente se sienta orgullosa de lo que tenemos, de lo que sabemos y de lo que conocemos”, cuenta Evelyn.
En la actualidad, la organización está enfocada en hacer nuevos productos como harina, fideos, galletas, conservas y mermeladas de chonta. “Hace tres años empezó la propuesta de querer hacer algo con la chonta. En época de chontaduro acá muchas veces nuestra gente ha sido robada, nuestra gente ha tenido que ver como a sus productos no le dan el valor que se merece, se pudren”. Alicia tuvo la idea de hacer harina que permita conservar la chonta transformada y evitar el desperdicio. Es además un producto sumamente versátil, en las comunidades lo consumen como chicha y como alimento, de ahí salió la propuesta de hacer snacks dulces, salados, tortas, helado, jugos, etc. Pero la organización todavía no tiene la maquinaría ni la infraestructura necesaria para concretar todos los proyectos que tienen en mente. Actualmente trabajan bajo pedido, mientras buscan concretar el mejoramiento de su proceso de almacenamiento y obtener su registro sanitario
Entre los planes de trabajo de Challuwa Mikuna está la formalización legal de sus productos y el desarrollo de estrategias de comercialización que les permitan expandirse. Policías, militares y trabajadores de las empresas petroleras locales forman la base de los clientes recurrentes del restaurante. Este legado de la organización de mujeres está ahora pasando a las manos de sus hijas e hijos: “La idea de los nuevos socios que entramos es hacer un nuevo restaurante, pero ya con materiales reciclados . La visión es de dos pisos para que pueda haber mucha más apertura y ya atender en la noche, como restaurante con cócteles amazónicos. La idea es algún día expandirnos, ósea, llevar un Maitos del Yasuní al Pastaza, a Zamora Chinchipe, llevar a todas las otras cinco provincias amazónicas. Hacer sucursales . De hecho, a muchos de los indígenas de la Sierra les encanta el maito”, sueña Adrián pensando en el futuro, mientras acaba de preparar la crema de patasmuyu que será servida a los comensales de este espacio, que ahora es un legado comunitario.
Esta iniciativa es parte de los seis emprendimientos indígenas que vienen siendo fortalecidos a través del proyecto Amazonía Indígena: Derechos y Recursos (AIRR). Esta iniciativa, liderada por WWF e implementada de forma conjunta por NESsT y Confeniae, con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) busca mejorar la participación de los pueblos indígenas en el desarrollo económico sostenible de la Amazonía. Así, se pretende escalar emprendimientos indígenas a mercados locales, nacionales y globales con el fin de expandir las oportunidades de la bio-economía mediante el uso sostenible de productos forestales, los recursos genéticos únicos y la gestión de la pesca y acuicultura.

Hace más de 12 años un grupo de mujeres amazónicas se organizó de manera informal bajo el nombre de Challuwa Mikuna para traer el sustento a sus familias. Llevaron de sus comunidades a las veredas del Coca carne de mono, guanta, armadillo, tortuga y todo un menú de carne de vida silvestre para ofrecer al paladar de los transeúntes. Pronto se dieron cuenta que la forma de vida comunitaria no era la misma en la ciudad. Las tradiciones alimentarias que se realizan para el auto-sustento de las comunidades no podían ser sostenibles para su explotación comercial en la ciudad.
Poco despúes, el Ministerio del Ambiente del Ecuador decretó que esta práctica alentaba el tráfico de vida silvestre a través de la gastronomía y empezaron a implementar sanciones a nivel nacional. A modo de revertir esta situación, el Ministerio de Turismo empezó a capacitar a las mujeres sobre las leyes que amparan la conservación de vida silvestre, la explotación y el comercio ilegal. Después ellas fueron invitadas a ser parte de un proyecto de cooperación del PNUD con alternativas económicas que les permitieron dejar de comercializar carne de vida silvestre. “Firmamos un convenio, una carta de compromiso donde accedimos a dejar de comercializar [carne silvestre] en los platos y en compensación, en un inicio, el proyecto incluyó proporcionarnos un carro ambulante, sin embargo, Alicia y Rocío discutieron esta propuesta y nos otorgaron los fondos para la construcción de un restaurante. El primer restaurante gastronómico gourmet de nacionalidad quichua”, cuenta Evelyn, hija de Alicia Illanez quien junto a Rocío Alvarado estuvieron orientando la organización de mujeres Challuwa Mikuna desde sus inicios.

Así nació Maitos del Yasuní, restaurante ubicado a las orillas de la ciudad del Coca, donde se unen los dos ríos que abrazan la ciudad. Construido sobre la base de una choza tradicional, con un techo tejido y una cocina abierta busca ofrecer a sus clientes una experiencia basada en las tradiciones culinarias de la gastronomía ancestral amazónica. “En el inicio no teníamos una visión, solo era vender por vender, por sacar el sustento. Por eso vendíamos todo tipo de animales, prácticamente éramos depredadores nosotros de la vida silvestre” cuenta Adrián, hijo de Alicia. “Mi mamá tuvo la idea de reemplazar este tipo de carnes por otras alternativas gastronómicas para que no se vaya perdiendo la cultura kichwa. Así comenzó. Mi abuela le heredó la cocina a mi mamá, mi mamá me la heredó a mí. Siempre me ha gustado cocinar, desde los ocho años estaba yo ahí, ayudando”.
Esta transmisión de conocimientos culinarios sigue siendo una de las preocupaciones de la organización, por lo que realiza capacitaciones sobre seguridad alimentaria en las comunidades para ofrecer opciones de recetas con los productos tradicionales de las chakras. Adrián explica que hay muchos casos de desequilibrio nutricional en las comunidades “por ejemplo de la yuca, las comunidades por lo general hacen chicha, pero puedes hacer otro tipo de cosas. Puedes hacer coladas, por ejemplo, que es más nutritivo”.
En el restaurante, la estrategia fue ofrecer platos tradicionales pero adaptados a la vida urbana moderna. El cacao blanco o patasmuyo y la chonta fueron algunos de los ingredientes elegidos para la preparación de nuevas propuestas. “La gastronomía siempre tiene que estar a la vanguardia de lo que exige el mercado. Teníamos que mejorar”, afirma Evelyn. Cada ingrediente en las manos de los que hacen Maitos del Yasuní encuentra infinitas posibilidades de transformación. El cacao blanco por ejemplo lo venden tostado o caramelizado, con él también preparan una crema a la manera de sopa o de salsa para acompañar, también es uno de los ingredientes base para la “uchumanga” plato ícono de la provincia de Orellana hecho a base de pescado, gallina, palmito, hongos, y sacha culantro o culantro silvestre. “Hemos estado en canales de comunicación a nivel nacional como Teleamazonas, TC, GamaTV, hemos participado de ferias nacionales, hemos sido parte de festivales regionales de gastronomía amazónica donde invitamos a los hermanos de Zamora, Sucumbíos, Napo, Pastaza y se ha podido dar a conocer a la gente lo que ocultamos todavía las comunidades y los pueblos y nacionalidades. Esto nos ha permitido, también, que nuestra gente se sienta orgullosa de lo que tenemos, de lo que sabemos y de lo que conocemos”, cuenta Evelyn.
En la actualidad, la organización está enfocada en hacer nuevos productos como harina, fideos, galletas, conservas y mermeladas de chonta. “Hace tres años empezó la propuesta de querer hacer algo con la chonta. En época de chontaduro acá muchas veces nuestra gente ha sido robada, nuestra gente ha tenido que ver como a sus productos no le dan el valor que se merece, se pudren”. Alicia tuvo la idea de hacer harina que permita conservar la chonta transformada y evitar el desperdicio. Es además un producto sumamente versátil, en las comunidades lo consumen como chicha y como alimento, de ahí salió la propuesta de hacer snacks dulces, salados, tortas, helado, jugos, etc. Pero la organización todavía no tiene la maquinaría ni la infraestructura necesaria para concretar todos los proyectos que tienen en mente. Actualmente trabajan bajo pedido, mientras buscan concretar el mejoramiento de su proceso de almacenamiento y obtener su registro sanitario
Entre los planes de trabajo de Challuwa Mikuna está la formalización legal de sus productos y el desarrollo de estrategias de comercialización que les permitan expandirse. Policías, militares y trabajadores de las empresas petroleras locales forman la base de los clientes recurrentes del restaurante. Este legado de la organización de mujeres está ahora pasando a las manos de sus hijas e hijos: “La idea de los nuevos socios que entramos es hacer un nuevo restaurante, pero ya con materiales reciclados . La visión es de dos pisos para que pueda haber mucha más apertura y ya atender en la noche, como restaurante con cócteles amazónicos. La idea es algún día expandirnos, ósea, llevar un Maitos del Yasuní al Pastaza, a Zamora Chinchipe, llevar a todas las otras cinco provincias amazónicas. Hacer sucursales . De hecho, a muchos de los indígenas de la Sierra les encanta el maito”, sueña Adrián pensando en el futuro, mientras acaba de preparar la crema de patasmuyu que será servida a los comensales de este espacio, que ahora es un legado comunitario.

© Joel Heim / WWF-Ecuador
Gastronomía tradicional amazónica no depredadora