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La comunidad El Pilchi apunta a convertirse en lodge, al pulso de aprendizajes

Para llegar a la comunidad El Pilchi son necesarias alrededor de dos horas de navegación selva adentro por el río Napo. Mientras se avanza, la flora se hace cada vez más frondosa y de un verde brillante, la humedad crea brumas que se dispersan o se acumulan en las copas de los árboles mientras algunas garzas salen a tomar el sol en algún tronco aparcado a las orillas. Antes de llegar a uno de los corazones de la selva, la embarcación pasa por Puerto Providencia, puerto amazónico de donde salen los buques cargados de petróleo.

La comunidad El Pilchi está ubicada en la provincia de Sucumbíos, muy cerca del Parque Nacional Yasuní, considerado como uno de los espacios que alberga la mayor megadiversidad del planeta. Su riqueza natural es notable. Junto a ella, se edifica un pintoresco centro turístico, impulsado por los propios miembros de su comunidad. Apenas se desembarca en él, es posible caminar por un sendero rodeado de árboles que, entretejidos, forman un túnel. Al final del mismo, se abren paso dos cabañas tradicionales y un baño de adobe.



Doña Nydia, presidenta de la Organización de Mujeres Mandi Wasy, da la bienvenida a los visitantes mientras ofrece a cada uno un pequeño pilche de la tradicional guayusa. Es en esta cabaña donde la organización de mujeres artesanas saca a la venta sus piezas. Nidya cuenta que al principio fue bastante difícil que lleguen turistas, pues la comunidad no contaba con electricidad las 24 horas del día, tenían un generador que se encendía en función de las necesidades, generalmente solo para los servicios turísticos ya que tenía un costo de 20 dólares diarios. Esto impedía que puedan difundir sus servicios y productos fácilmente por internet. Por lo que optaron por aliarse con agencias de turismo locales y embarcaciones. Varios miembros de la comunidad, trabajaban en los lodges aledaños, esto les permitió también hacer convenios para que estos espacios ofrezcan a sus turistas un tour a la comunidad El Pilchi. Es así que, de boca a boca, recomendación tras recomendación, se fue construyendo el centro.



Hoy por hoy, esta realidad ha mejorado gracias a la implementación de cuatro paneles solares dentro de la comunidad. Hecho que permite a los habitantes de la zona tener electricidad 24 horas al día, incrementar sus telecomunicaciones y por su puesto, difundir a los emprendimientos comunitarios como El Pilchi de una mejor manera.

La creación de artesanías tampoco fue de la noche a la mañana, Nydia cuenta que, aunque sea una actividad ancestral, en su comunidad no se dio la transmisión de conocimientos entre generaciones: “nuestros ancestros nunca nos dijeron mire de aquí cojo la tierra, y nunca nos enseñaron a tejer. Entonces nosotros nos criamos sin darle importancia a ese material. Es ahora que nos damos cuenta de lo valioso de este recurso”. Gracias a algunas capacitaciones hechas por instituciones tanto gubernamentales como no gubernamentales, las mujeres de la organización han ido aprendiendo y perfeccionando las técnicas de tejido, moldeado en barro y pintura. “En un comienzo comprábamos para poder tener las artesanías de venta. Luego dijimos pues queremos capacitarnos y aprendimos a hacer manillas y amarres básicos. Y después aprendimos a hacer cerámica y a pintar el barro, todo gracias al apoyo de fundaciones y comunidades vecinas” explica Nydia.



Además de las capacitaciones en técnicas artesanales, la organización de mujeres ha ido aprendiendo cómo administrar su producción y distribuir sus ganancias.

La infraestructura de este emprendimiento comunitario consta de tres chozas dobles para hospedar a los visitantes. Frente a ellas se dispone de un espacio para camping y, en la choza principal, cuenta con una cocina y comedor equipados, espacios que se suman a una zona de hamacas, permitiendo a los turistas disfrutar de un servicio de calidad. Estos espacios comunitarios fueron creados gracias al apoyo de la cooperación internacional, organizaciones de la sociedad civil y mingas comunitarias. Para el diseño de las chozas se adaptó los diseños arquitectónicos al propio estilo amazónico y se usó material de la zona como madera de capirona como material base para la construcción.

La pandemia resultó bastante perjudicial para la comunidad pues son pocos todavía los turistas que llegan de visita. Con el tiempo esperan ser una empresa grande, al estilo de un lodge: “lo que yo quisiera es que de aquí a cinco años ya seamos una empresa, llegar a ser una empresa grande, que haya más mujeres motivadas y jóvenes que vayan llevando con mayor conocimiento este proyecto. Queremos tener más empleo, más espacio para que crezca y florezca este sueño comunal” reflexiona Nydia mientras el cielo se pinta de naranja en el impresionante atardecer selvático.

El Pilchi Lodge es uno de los seis emprendimientos que forman parte del proyecto Amazonía Indígena: Derechos y Recursos (AIRR). Esta iniciativa es liderada por WWF e implementada de forma conjunta por NESsT y Confeniae, gracias a apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) busca mejorar la participación de los pueblos indígenas en el desarrollo económico sostenible de la Amazonía.

De este modo, AIRR busca trabajar de la mano con las comunidades de los pueblos indígenas para mejorar su representación en el desarrollo de la Amazonía, conservando la diversidad biológica y reduciendo las emisiones provenientes de las pérdidas forestales. Este espacio pretende escalar emprendimientos/empresas indígenas a mercados locales y globales con el fin de expandir las oportunidades de la bio-economía.
© Joel Heim
La comunidad El Pilchi apunta a convertirse en lodge

 

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