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Un vivero comunitario para salvar el bosque achuar

En la provincia del Pastaza, en la frontera con Perú, un grupo de jóvenes de la nacionalidad Achuar se han organizado para gestionar de manera técnica la extracción sostenible de un árbol de sus bosques. Las rutas de la madera legal se fortalecen y crecen en Ecuador.

Los países andino-amazónicos albergan una gran diversidad biológica y cultural que brinda bienes y servicios ambientales indispensables a su población. Sin embargo, esta se encuentra amenazada por el avance de la frontera agropecuaria, la construcción continua de carreteras, así como por el desarrollo de proyectos extractivos de gran infraestructura y la creciente extracción ilegal y no sostenible de fauna silvestre y madera. Ante este escenario, se formó la Alianza por la Fauna Silvestre y los Bosques, una acción regional de cuatro años que se inició en 2019  financiada por la Unión Europea e implementada por Wildlife Conservation Society (WCS) y el Fondo Mundial para la Naturaleza(WWF) en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. 

En el patio de la Unidad Educativa 15 de Noviembre de la comunidad Achuar de Copataza, en la provincia de Pastaza, en el suroriente del Ecuador -una explanada al lado de una pista donde hasta hace muy poco aterrizaban las avionetas que solían trasladar a viajeros de toda procedencia- nos esperan tres de sus más distinguidos exalumnos, los bachilleres en agropecuaria forestal Tania Vargas, de 19 años, Natan Canelos, de 21 y Renato Inmunda, de 22 años.

Los tres son miembros de la nacionalidad Achuar, originaria de la Amazonía ecuatoriana que habita desde tiempos remotos unos bosques al parecer infinitos.

Tania, Natan y Renato son los primeros promotores capacitados para desarrollar el manejo forestal sostenible en su comunidad por WWF Ecuador y sus aliados en el marco de la Alianza por la Fauna Silvestre y los Bosques, una iniciativa  regional impulsada por la Unión Europea e implementada por WCS y WWF que busca combatir el tráfico de fauna silvestre y madera a través del compromiso de la sociedad civil en el fortalecimiento de la aplicación de la ley y la cooperación con y entre las autoridades de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.

Vivir en el paraíso

El territorio que hemos venido a recorrer, en uno de los extremos de la frontera con Perú, es de una belleza inigualable. El río Pastaza y sus afluentes se desplazan a través del tupido manto que guarda una biodiversidad insuperable. Ecuador es uno de los países con mayor megadiversidad del planeta y hogar de 13 nacionalidades originarias, una de ellas, la Achuar, la nación propietaria y guardiana de 700 mil hectáreas de los bosques mejor conservados de todo el país.

Los Achuar se han dedicado históricamente a la caza, a la pesca y a la agricultura itinerante a pequeña escala. Como nos comentó el síndico de la comunidad de Cotapaza Julián Illanes, los Achuar del Ecuador han sido desde siempre un pueblo respetuoso de su bosque que se extiende a lo largo de las provincias de Pastaza y Morona Santiago, el territorio donde se encuentran las 87 comunidades que en la actualidad conforman la Nacionalidad Achuar del Ecuador (NAE).

“Somos aliados del bosque”, nos lo dijo el síndico Illanes, la autoridad principal de la comunidad, al recibirnos a un lado de la carretera que el gobierno ecuatoriano ha construido para comunicar las comunidades achuar con el resto de la provincia. 

“De los árboles, de las plantas y de los animales que habitan nuestros bosques obtenemos los materiales de construcción que utilizamos, nuestra medicina para el cuerpo, nuestra medicina para el espíritu, las herramientas con las que trabajamos, los alimentos con los que los achuar nos nutrimos. Todo se lo debemos a nuestros árboles, a nuestros ríos y al aire que respiramos”.

El nombre de este pueblo indica su conexión con una de las especies de sus bosques. "Achuar" tiene su origen en el nombre de las grandes palmeras llamadas "achu" (Mauritia flexuosa), un árbol que crece en las zonas inundadas de su territorio, achu= palmera de achu, Shuar= gente, "gente de la palmera achu". 

La explotación inusitada de la boya

Curioso. La “gente de la palmera achu”, los indomables guerreros Achuar capaces de sostener por décadas una guerra con los Shuar, otra nacionalidad originaria de estas selvas, no pudieron evitar el ingreso de los madereros ilegales que desde el año 2019 empezaron a invadir su territorio en busca de otro árbol de sus bosques, la boya. 

La boya o balsa (Ochroma pyramidale), un portento de alrededor de veinte metros de altura, cuyas madera venía siendo extraída sistemáticamente de los trópicos ecuatorianos, vio incrementada su demanda en los mercados internacionales debido al boom del negocio de la fabricación de las aspas de los generadores de energía eólica en Europa y principalmente China.

Los Achuar utilizaban las boyas para generar la sombra que sus plantas requerían para crecer en las ajas o chacras nativas, especies como el tapir, el jaguar o los guacamayos las utilizan como sitios de anidación y alimentación y los madereros que llegaron a la cuenca del Pastaza las buscaron para convertirlas en tablones listos para su industrialización y posterior comercialización en el extranjero.  

Según cifras del Banco Central del Ecuador en el 2020, en plena emergencia sanitaria, el país exportó 402 millones de dólares de esta materia prima, convirtiéndose en el primer productor de madera balsa del planeta.

“Nuestros padres no sabían del negocio que había detrás de estas maderas, se anima a comentarlo Tania Vargas, tímida y risueña al mismo tiempo, las boyas crecen solitas, como mala hierba en nuestras ajas”. “Y fueron engañados”, complementa la idea Natan, quien se interesó desde pequeño, en la escuela de la comunidad, por las plantas de su nacionalidad, “en poco tiempo las comunidades Achuar se llenaron de madereros y no pudimos hacer nada para controlarlos”. 

“Hasta ahora no sabemos, acota Renato Inmunda, el mayor del grupo, cuanta madera perdimos, lo que sí es cierto es que de un día para otro la carretera se llenó de camiones que iban y venían transportando madera”. 

¿Qué hacer?

Julián Illanes recuerda que en el 2012, cuando asumió por primera vez el gobierno de su comunidad, Cotapaza fue la primera agrupación Achuar en integrarse al programa Socio Bosque del Ministerio del Ambiente que entregaba un incentivo monetario anual a las comunidades que preservan intactos sus bosques. Así que tenían experiencia en buscar aliados.

Fue así que, con fondos de la Unión Europea y el cofinanciamiento de las oficinas WWF Alemania, y Ecuador se apoyó la  instalación  de un vivero comunal con capacidad para almacenar 10 mil plantas del bosque Achuar, entre medicinales y maderables, como parte de un proyecto que intenta recuperar la biodiversidad perdida como consecuencia del brusco impacto ambiental producido por la tala indiscriminada, la poca planificación vial y el desmedido crecimiento de la frontera agrícola. 

También, lógicamente, para contribuir al fortalecimiento de las capacidades locales y brindar las herramientas necesarias para el cuidado y protección del territorio y la gobernanza de los recursos naturales de la comunidad de Cotapaza.

Tania, Natan y Renato, los jóvenes de la escuela 15 de Noviembre, fueron capacitados en el manejo de las técnicas apropiadas para la recuperación de las especies nativas. Los tres se acababan de graduar como bachilleres en agropecuaria y forestal.

Luego de cuatro meses de aprendizajes y mucho esfuerzo, los jóvenes Achuar se convirtieron en promotores comunitarios.  Con ellos visitamos el vivero y algunas de las ajas donde se han sembrado las plantas que produjeron.

“Todos los días salíamos con nuestro capacitador, relata Tania, a recolectar plantas. Fue un trabajo arduo pero hermoso. Queremos que lo que hicimos beneficie a la comunidad de Cotapaza: queremos que las familias tengan en sus chacras las plantas que cultivamos y que una vez que se desarrollen las puedan comercializar”.

“Sí, acota Natan, las boyas son de rápido crecimiento, a los tres años ya son productivas. Parece mentira, gracias a los de la ciudad hemos empezado a preocuparnos más por el cuidado de nuestras plantas. Cuando nuestros bosques estaban intactos teníamos pájaros, loros, animales de todo tipo… ahora que estamos cuidando nuestras boyas, todos los animalitos del bosque van a volver”.

“Podemos manejar nuestros recursos sin destruirlos o depender de terceros para su explotación, termina de contarnos Renato Inmunda, para eso nos hemos capacitado. El bosque Achuar debe seguir siendo la fuente de vida para nuestras familias”.

Manos a la obra

Continuamos nuestro recorrido por la provincia de Pastaza en Puyo, la capital encajada en medio de un bosque de nubes impresionante. En la sede del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador nos reunimos con María Gabriela Paucar y Humberto Ortega, dos funcionarios comprometidos con el proceso de Manejo Forestal Sostenible. Los dos insistieron en señalar que Cotapaza ha sido la primera comunidad en toda la provincia en ser capacitada de acuerdo a la normatividad emitida por el sector ambiental para el aprovechamiento de la madera balsa.  Y eso ya es un gran avance.

Para la especialista forestal se trató de un trabajo encomiable que debería ser replicado en otras comunidades. “Sin el trabajo interinstitucional realizado y la participación de WWF Ecuador no hubiéramos podido alcanzar las metas que se obtuvieron”, nos dijo. Ortega, el asesor forestal del Ministerio del Ambiente consideró que se trata de un proceso lento que hay que saber encaminar “hasta lograr que sean las propias comunidades las que manejen técnicamente sus recursos, dejando de lado a los intermediarios y el camino de la madera ilegal”.

Lo mismo nos comentó Andrés Tapia, dirigente de la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE), la organización que agrupa a cerca de 1500 comunidades pertenecientes a las nacionalidades amazónicas Kichwa, Shuar, Achuar, Waorani, Sápara, Andwa, Shiwiar, Cofán, Siona, Secoya y Kijus. Para el experimentado dirigente regional el 85 por ciento del territorio de la provincia de Pastaza ha permanecido intacto debido a la presencia de las comunidades indígenas. 

“Para nosotros este es un aporte concreto de las nacionalidades en la lucha de la humanidad por mitigar el cambio climático”. De allí la importancia de rentabilizar, de forma sostenible, ese trabajo. “Para la CONFENIAE, nos lo refirió, se trata de pasar de un manejo espontáneo de los recursos del bosque a una gestión técnica, especializada, manejada por y desde las propias comunidades. Son ellas las que deben capacitarse para hacerse cargo de la extracción sostenible de la madera en sus territorios. De allí la importancia de la alianza entre las nacionalidades, el Estado y la cooperación internacional”.

La carretera Chuwitayo-Copataza, se inicia en el Km 65 de la vía Puyo-Macas, e ingresa como “aguja afilada” al territorio de la nacionalidad Achuar, fue uno de los factores que hizo posible la avalancha maderera, lo tiene claro Julián Illanes, el síndico de Cotapaza. Conversamos con él antes de volver a Quito:  “La carretera es una necesidad para algunos poblados de este sector de la provincia de Pastaza; para los Achuar en cambio es una amenaza que debemos afrontar para no perder soberanía sobre el territorio ancestral. Detrás de las carreteras vienen los madereros, los mineros, los colonos que quieren comprar nuestras tierras”.

“Claro que vamos a ser cuidadosos con nuestros recursos, nos había advertido Natan Canelos, el más comunicativo de los promotores comunitarios formados por WWF Ecuador y sus aliados, la carretera, si manejamos apropiadamente el negocio de las boyas y protegemos nuestros bosques, puede servir para mejorar la calidad de vida de la nacionalidad”.  “Y eso estamos buscando”, añadió.

Ese es el reto, nos quedó muy claro. Las historias de la extracción y comercialización de la madera legal se multiplican por la región, en el Pastaza, una comunidad originaria se ha sumado a los vientos del cambio. 


 
© Gabriel Herrera/WWF Perú
En la provincia del Pastaza, en la frontera con Perú, un grupo de jóvenes de la nacionalidad Achuar se han organizado para gestionar de manera técnica la extracción sostenible de un árbol de sus bosques. Las rutas de la madera legal se fortalecen y crecen en Ecuador. © Gabriel Herrera/WWF Perú

 

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